domingo, 25 de septiembre de 2011

BLACKWOOD MANOR: Capítulo 7 (3/4)


Sofía abrió los ojos lentamente, y suspiró. Con lentitud, examinó el techo y su entorno. Aún no se acostumbraba a despertar en un cuarto ajeno y no en el suyo. La verdad, es que se le había dificultado aceptar muchas cosas desde su llegada a Blackwood Manor, pero por alguna extraña razón, aquella mañana no se sentía extraña ni fuera de lugar. Una inusitada felicidad, cuyo origen no pudo determinar en un comienzo, la hizo sonreír sin motivo.
La nítida figura de un caballero de gran atractivo, sonrisa deslumbrante y porte perfecto, se deslizó entre sus recuerdos y se aposentó en su cabeza. Mr. Dorian Fenwick… Sin desearlo, el corazón se le aceleró, y aquella emoción, cuyo origen no podía determinar momentos antes, se incrementó de manera considerable.
“Por esta vez pon atención a mis palabras y a mis advertencias, ya que poseo más experiencia que tú y Agnés en estos asuntos”, recordó las duras palabras que Harriet le había dirigido la noche anterior. “No sería la primera vez que un caballero engaña a una jovencita incauta e inexperta alardeando modestia y buenas intenciones; ni será la última, mal me temo”.
Sofía suspiró. No podía negar que el educado y elegante caballero había atraído fuertemente su atención, y aunque carecía de la experiencia de Harriet, estaba segura de no estar errando al confiar en él. ¿Qué podía saber ella sobre Mr. Fenwick, si ni siquiera se había dignado a bailar con él? A veces no podía creer la envergadura de la desfachatez y egocentrismo de su prima. No negaba que las fronteras de su experiencia se habían ampliado gracias a su abuela, Clarisse, pero eso no significaba que todo lo que dijese y pensase fuera cierto. Mr. Fenwick era un hombre honorable, que sólo había intentado advertirlas de un sinvergüenza sin escrúpulos. Lamentablemente, Harriet era demasiado tozuda como para reconocer sus errores.
-       Sin embargo, aunque la conducta de tan distinguido caballero me haya impresionado profunda y favorablemente, eso no quiere decir que esté dispuesta a iniciar una relación seria con él- se dijo-. Estamos pasando por tiempo muy difíciles y tristes, y pensar en estos momentos en romance y caballeros lo considero una verdadera falta de sensibilidad.
Con lentitud, Sofía acarició las suaves telas de seda que la cubrían y se sentó en la cama. Las cortinas color malva estaban descorridas, dejando que los rayos solares inundaran el cuarto y lo tiñeran todo de dorado. Sobre la mesilla, situada al costado derecho de su lecho, descansaba una bandeja de plata, ricamente elaborada, con su desayuno. Apartó las sabanas, y se colocó la bata de muselina color marfil que le había regalado su padre hace un año atrás. Acarició la tela con cariño, y una repentina nostalgia la invadió. Extrañaba a sus padres, la tranquilidad de su hogar, y su vida en Londres. Su único apoyo eran sus primas y el vínculo de estima que las unía. La angustiaba pensar que habían acabado la noche enemistadas con Harriet, pero estaba segura de que sus diferencias acabarían arreglándose prontamente.
-       ¿Qué es esto?
Justo a un costado de la bandeja de plata, había una pequeña nota doblada en cuatro. Sofía la cogió entre sus manos, y la abrió. Por unos instantes temió que se tratara de otra invitación del Conde de Blackwood a una fiesta, situación que, por cierto, no soportaría de nuevo. Estar al pendiente de Harriet y de Agnés, a la vez, había resultado un trabajo ciertamente agotador.
-       Dios mío…- murmuró, a la vez que un leve rubor cubría sus mejillas. Nerviosa, apoyó la carta contra su pecho  y caminó sin rumbo por el cuarto.
En un principio había desconocido por completo la letra del remitente de la nota. Los trazos eran elegantes, sinuosos, y levemente ladeados hacia la derecha. En su opinión, el autor de la misiva gozaba de una maestría exquisita para escribir, de tal forma que su sola vista, sin necesidad de leer su contenido, resultaba atrayente y digna de admiración, como una obra de arte conformada de letras, frases y tinta azabache. Intrigada, Sofía dirigió la vista hacia el final de la nota, en donde debía aparecer la firma del remitente. Y entonces lo vio…
-       Dorian Fenwick- murmuró Sofía con voz temblorosa.
Por unos breves instantes, sintió que su corazón dejaba de latir y que le faltaba la respiración. Vagó por el cuarto largos instantes, intentando calmarse, pero todo esfuerzo fue inútil. Le resultaba imposible olvidar la identidad del remitente de la nota que aferraba entre sus manos.  Pero, ¿por qué a ella? ¿Con qué motivo? No albergaba ninguna de que las respuestas a su preguntaba se encontraban encerradas en el contenido de la carta, pero por alguna razón que no acertaba descubrir, se sentía incapaz de iniciar su lectura.
“Por favor, Sofía”, se dijo cerrando los ojos. “Compórtate, te lo suplico. No es la hora ni el lugar indicados para perder el control”.
Tomó asiento en uno de los sillones de regencia que reposaban a un costado de la habitación, y al fin decidió leerla. Con extrema delicadeza, como si la nota guardara un inmenso valor y fuera en extremo sensible al tacto, inició su lectura. Sofía no tardó en descubrir, que no sólo la forma de escribir del caballero, sino también su redacción, resultaban atractivas. Se expresaba de forma exquisita, desprendiéndose de cada una de las palabras un encanto irresistible.


Mi muy estimada dama,
No dudo que la llegada de esta nota la tomará desprevenida, y por eso, antes que todo, ruego disculpe mi atrevimiento. Créame cuando le digo que su confección no ha sido premeditada, sino, al contrario,  producto de la más natural e insospechada inspiración. Inspiración que obedece al sentimiento de profunda fascinación que ha dejado usted en mí, tras esos inolvidables momentos que pudimos compartir durante el baile de la noche anterior.
Me sume usted en un dilema, querida mía. Su candor y la inocencia de su mirada, dan testimonio de la bondad y pureza de sus sentimientos. Esto me obliga a ir con cuidado, a tratarla con inmensa delicadeza y elegir con absoluto diligencia las palabras que utilizo, para no ahuyentarla. ¿Lo comprende? Sin embargo, algo en mi interior me impide ir con calma, esa inspiración que antes le he mencionado y que usted ha originado en mí, la que me invita a exponerle con absoluta claridad mis emociones y todos mis pensamientos.
Lo único que me inquieta, ahora que he abierto mi corazón y mi alma a usted, es que las declaraciones que le he hecho puedan asustarla, o hacerla dudar de mis verdaderas intenciones. Sólo deseo conocerla mejor, sumergirme en aquella mirada serena y pura, oírla hablar y perderme en los maravillosos matices e inflexiones de su voz, una vez más.
Se lo suplico, no me niegue la satisfacción de estar a su lado y disfrutar de su compañía. Semejante tortura no la soportaría. Sin embargo, si no está de acuerdo, si no corresponde mis sentimientos, le rogaría que me lo hiciera saber lo antes posible, a través de una muy breve misiva, en donde conste su absoluta negativa.
Cada tarde visito la biblioteca que se encuentra en el ala sur de ésta maravillosa construcción, momentos de soledad que utilizo para leer o reflexionar. La costumbre me conduce esa habitación solitaria, exento de compañía y de toda expectativa. Sin embargo, desde este día esperaré, con dolorosa e inquebrantable esperanza, su compañía.


Desde siempre suyo,


Dorian Fenwick.  



Al acabar la carta, la mirada de la joven vagó perdida por el cuarto. Un vendaval de sensaciones contradictorias la inundó por completo, impidiéndole pensar con claridad. Se sentía extraña, y en ocasiones, hasta ajena a sí misma. No podía creer que eso le estuviera ocurriendo. Resultaba difícil de creer que un caballero educado y de la clase de Mr. Fenwick pudiera fijarse en una jovencita como ella, y que además, estuviera interesado en conocerla más. Sus palabras, dulces y delicadas como un suspiro, hicieron vibrar hasta la última fibra de su alma. Sin embargo, la conversación sostenida con Harriet la noche anterior, obligaba a sus confundidos sentidos aferrarse casi con desesperación a la poco cordura que le quedaba.
“Sin embargo, si no está de acuerdo, si no corresponde mis sentimientos…”, decía la nota, “le rogaría que me lo hiciera saber lo antes posible, a través de una muy breve misiva, en la que  conste su absoluta negativa”.


Rápidamente, casi con urgencia, Sofía cogió papel, una pluma y tinta. Se sentó ante el escritorio y quedó por varios instantes mirando la hoja en blanco, incapaz de decidirse a escribir las palabras que condenarían sus recién descubiertos sentimientos y deseos. Y es que, Dorian Fenwick desconocía el efecto que habían ejercido sus almibaradas palabras sobre la joven, las que, como una llave, habían abierto su corazón a sensaciones desconocidas hasta el momento, dejando en libertad un sinfín de ilusiones, sueños, y emociones cuyo cauce era imposible controlar.


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Adam entró al cuarto seguido de Jacob, se sacó la camisa y se enjuagó el rostro sudoroso. Tras secarse con un paño limpio, sonrió al hombre que continuaba parado a su lado, y lo invitó a tomar asiento.
-       Jacob, amigo mío, ponte cómodo te lo suplico. Hace mucho tiempo que no venías a visitarnos, pero aunque durara años tu ausencia, ruego que la confianza que nos une jamás desaparezca- dijo Adam-. Este cuarto y esta casa te pertenecen tanto como a mí.

-       Me temo que eso no es posible, ya que no compartimos ningún vínculo de sangre- le hizo notar el recién llegado.

-       ¿Y acaso eso importa? Hay hermanos que se odian a muerte, a pesar de compartir la misma sangre y haber convivido por años bajo el mismo techo- aseguró Adam-. Los vínculos que nos unen a ambos son mucho más fuertes que los  que puedan compartir los integrantes de una familia. Somos amigos, Jacob, y la verdadera amistad jamás se debilita, sin importar el espacio que los separa, ni el tiempo que transcurra.

-       Cierto- asintió-. Así es.


Unos suaves golpes a la puerta llamó la atención de los dos hombres, interrumpiendo su plática.
       -     Señorito Adam, soy yo- oyeron la voz de el ama de llaves provenir del exterior.
       -    Adelante- dijo Adam tras colocarse una camisa limpia y cubrir su torso desnudo. 
De inmediato, Elene entró al cuarto, precedida por Denisse, portando sendas bandejas de plata con todo tipo de delicias y exquisiteces.
-       ¡Niño Jacob! ¡Qué alegría me da tenerlo aquí!- exclamó la mujer con verdadera emoción-. Estoy tan feliz. ¡Blackwood Manor vuelve a estar lleno de vida!
-       Me alegra mucho oírla decir eso, querida Elene- contestó el aludido estrechando las manos de la mujer con calidez-. ¿Así que ya han llegado las tan esperadas visitas?

-       Sí, así es. El joven Felipe y su hermano, el señorito Julián, el joven Kenneth y su primo, y las tres señoritas Beceksey- le informó-. Tiene que conocerlas, Jacob. Estoy segura de que las encontrará adorables.

-       Seguro que no más que usted- la elogió muy galante.

-      ¡Ay, niño! ¿Cómo se le ocurre decir semejante barbaridad? ¡Con la edad que tengo!- exclamó riendo coquetamente-. Pero dígame, ¿cuánto tiempo piensa quedarse en Blackwood Manor?
-       Sólo un par de días, me temo. Pero no entristezca, querida Elene. En cuanto finiquite algunos asuntos que tengo pendientes en Londres,  promete volver y quedarme una larga temporada. Luego suplicará que me marche.

-      ¡Eso es imposible! ¿Cómo se le ocurre, niño?- aseveró la mujer acariciándole una mejilla con ternura-. Pero, bueno, deben estar hambrientos y yo aquí importunándoles.- Acto seguido, acercó su rostro a Jacob, y en tono confidencial, agregó-: En cuanto pueda, debe usted conocer a Miss Harriet Beckesey.

-      ¿Miss Harriet Beckesey?- preguntó enviando una mirada llena de curiosidad a Adam.

-      Ya tendrá tiempo más tarde para eso, Elene…- intentó desviar la conversación el futuro Conde de Blackwood.

-      Es adorable. Me recuerda a los tiempos en que la condesa aún vivía, y era una jovencita tan buena, vivaz y hermosa como ella. Debería usted haberla visto bailando con el señorito Adam. ¡Hacen una pareja tan hermosa!- exclamó llena de ilusión!. Pero, bueno, sírvanse de una vez el desayuno. El pan está recién horneado, y el dulce lo he hecho muy temprano esta mañana.
Elene se retiró junto a Denisse, dejando a ambos hombres solos en el cuarto. Jacob enarcó las cejas y fijó la vista en su amigo. Le pareció que evitaba mirarlo, y que incluso, se sentía un poco incómodo. Una sonrisa jocosa se dibujó en sus labios al comprender lo que ocurría.
-       Con que Miss Harriet Beckesey, ¿eh?

-       Preferiría no hablar sobre eso ahora.

-       ¿Y cuándo pensabas hacerlo?- preguntó el hombre.

-      Pues… No lo sé- contestó el futuro conde-. No hay nada que contar de todas maneras.

-       ¿No? Pues a mí Elene me ha parecido muy ilusionada- argumentó.
Adam suspiró.
-         No vas a dejarme en paz, ¿verdad?

-         Hasta no saberlo todo de tan virtuosa señorita, me temo que no.
El aludido lanzó una carcajada y asintió.
-       Tú ganas, mi buen amigo, pero te advierto que no es una historia muy emocionante. Las señoritas Beckesey a penas han llegado hace un par de días.

-       Dato que no hace más que acrecentar mi curiosidad- contestó el otro. Bebió un sorbo del insumo preparado por Elene, y se acomodó en el asiento, como quien está a punto de escuchar una larga y cautivante historia-. Adelante. Soy todo oídos.

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Una vez preparada para bajar, Harriet llamó a la puerta que la comunicaba con el cuarto de Sofía y esperó pacientemente que la dejara pasar. En cuanto oyó la voz de su prima permitirle entrar, se aclaró la garganta, cuadró los hombros y abrió la puerta. En la habitación se encontró con Sofía y Agnés vestidas y correctamente acicaladas.
-          Buenos días- saludó Harriet.


-          Buenos días, Harriet- contestó Agnés a su vez, enviándole una cálida sonrisa.
Sofía, que examinaba atentamente su reflejo en el espejo, murmuró un par de palabras con aire ausente y continuó encerrada en sus pensamientos.
-          ¿Sofía?- la interrogó Harriet preocupada.


-          ¿Sí?- preguntó ésta fijando al fin su atención en ella-. ¿Qué decías?


-          ¿Estás bien?- insistió.


-          Sí… Sí, claro- respondió la joven-. Todo está bien. ¿Bajamos ahora?
Harriet la observó cruzar la habitación seguida por Agnés, y salir dignamente por la puerta. Había creído en un comienzo que estaría molesta por su última conversación, y que necesariamente acabarían tocando el tema de nuevo y todo se arreglaría entre ambas. Sin embargo, su extraña conducta no era consecuencia del enojo. Estaba distraída, ajena a su entorno e incluso a sus dos primas.
Iba a abandonar la habitación, cuando vio un papel arrugado tirado en el suelo. ¿De Sofía? Le costaba creer que su prima hubiera tirado al suelo aquella hoja, considerando el extremo orden con la que siempre cuidaba sus cosas. Harriet recogió el papel y lo abrió con cuidado. Le impresionó encontrar en él escrito sólo una palabra; una simple y clara negativa. Pero, ¿por qué? Y ¿para quién?
Intrigada, y temiendo que Sofía regresara junto a Agnés y la descubriera hurgando entre sus cosas, dejó la extraña misiva en el mismo lugar donde la había encontrado y salió del cuarto.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola!

Escribes fantástico Eileen, de verdad que cada capítulo que leo me deja mas impresionada y me deja con la intriga... ya dije que no tengo paciencia para los "continuará"

No puede ser que Sofia caiga en las redes de ese desgraciado de Fenwick, ai ai que se quite la venda de los ojos y se fije en Felipee!!!

¡Necesito mas capitulos! :)

PD: ¿Podríais decirme en que película o serie sale el actor que hace de Adam? Es que me suen, y ahora mismo no me acuerdooo!! jeje

Besos,
Susan

Eli dijo...

Ay Eileen, que capitulo más intrigante, espero que Sofía de verdad le haya dado una negativa, pero si es así ¿que hacía la nota tirada en el suelo? Ojalá Sofía confiará más en la experiencia de Harriet y no en su sensatez, que no funciona correctamente si Fenwick anda por los alrededores.

Al parecer todos están emparejando ya a Adam y Harriet, ¿que pasará más adelante? sobre todo si ella empieza a desconfiar de él.

Cuantas preguntas otra vez, espero el siguiente capitulo con ganas!!

MariCari dijo...

Quizás su prima esté pendiente de ella y no pueda estar a solas en la biblioteca con él... ya veremos... Bss

AKASHA BOWMAN. dijo...

Antes de adentrarme en mi comentario permíteme felicitarte por lo bien seleccionadas que están siendo tus imágenes, resultan un complemento ideal para la lectura.

Me disgusta que la sensata Sofía desperdicie sus horas con el pensamiento puesto en un caballero como el señor Fenwick, que desde luego no parece trigo limpio. Hay que admitir que posee el hombre un talento innato para la escritura, así como una inspiración propia de los mejores prosistas ingleses, mas personalmente soy de la opinión de que tanta palabrería junta- y tan excesivamente cuidada- está un poco fuera de lugar entre una dama y un caballero que se acaban de conocer. Solicitando una respuesta ya está comprometiendo a la joven, instándola a manifestar la realidad de sus propios sentimientos. ¿Eso es un caballero? ¡Oh, señor Fenwinck, ¿cómo osa solicitar a una dama que desnude su alma ante usted al segundo día de intercambiar miradas?! ¡Inadmisible! Aunque ya se sabe que los corazones febrilmente excitados por una sensibilidad extrema suelen actuar de una forma en exceso vehemente.

Mi razón se congratula de esa única palabra encontrada por Harriet en una notita arrugada, espero no estar equivocada.

Un bello capítulo, querida amiga, perteneciente a una historia que cada vez me enamora más. Ya ves, a andar se aprende andando.

Un beso y encantada de caminar a tu lado.

J.P. Alexander dijo...

Uy haber que pasa con adam lo dejaste muy interesante . Te mando un beso y cuídate.

Scarlett O'Hara dijo...

¡Me dejas con el corazón desvocado! Vaya caìtulazo, ha tenido de todo.
Ese Jacob es sencillamente adorable, espero que se haga notar porque es uno de esos personajes que atraen sin dudarlo. Incluso ha conseguido poner contento a Adam, ¡Haleluya!, haber si se despierta de ese letargo de tristeza y taciturnidad en el que está metido.
Por otra parte, Sofia, mi Sofia, la mitad de mi personalidad encarnada como me gusta llamarla.
Me ha ENCANTADO, y esa palabra es poco, su fragmento, lo he disfrutado de principio a fin. Sabes que quiero especialmente a este personaje por las similitudes que compartimos. Me he sentido plenamente identificada con ella en este episodio, yo me hubiera comportado igual, hubiera reaccionadoigual y experimentado los mismos sentimientos. Ese desgraciado de Fenwick, ¿porque tiene que ir a por ella?
Me encantaría estar alli para poder darle un par de buenas tortas.
Su carta ha sido tan bonita y delicada, ¡si no fuera porque sabemos que todas esas palabras son falsas! Perfido, querer que se reuna con él a solas en la biblioteca ¡que decoroso!
Solo espero que Sofia no caiga en la trampa tan rápido,y que esa nota con un NO escrito acabe siendo enviada al "caballero", porque si no resulta así no respondo de mis actos.
Harriet acude al rescate de tu prima.
Espero como todas el próximo capítulo con muchas ganas.
Besos:)

anne wentworth dijo...

Eileen:
disculpa la tardanza pero me mandaron a un cursoy me desapareci estos dias, pero ya llegue puesta y dispuesta para disfrutar de la historia; y eso he hecho disfrutar mucho este capitulo.... hasta hormiguitas siento en el estomago cuando nos describes como se van interesando unos en otros, para bien o para mal, pero esa sensacion cuandote vas interesando en alguien es la que imagino en los protagonistas!!!.... muy buen capitulo!!!... quisiera poder apretar el boton adelantar, para saber que pasa... y pronto!!!
un abrazo!!

Nina dijo...

Hola, recién llego por este lindo lugar de ensueño, y qué bueno porque encontré un lugar muy pero muy especial, un verdadero lujo pasar y sentarme a leerte con mi tacita de té en la mano y una que otra galletita, ¡una delicia pasar por aquí!
Te dejo muchos besitos exagerados ♥♥♥

Susan dijo...

Eileen!!
Mi blog se podria decir que desapareció y tengo que construir una Abadia nueva :(
Te agradecería que me siguieras
Gracias

Besos,
Susan

D. C. López dijo...

¿Que tendrá en mente Dorian?, mira k no me fío de este hombre... me da a mí mala espina y creo k piensa utilizar la inocencia e ignorancia de Sofia para aprovecharse de ella y sacarle información sobre Harriet.

Tendré que esperar a los siguientes capítulos para saber más...

Hasta entonces, aqui t dejo un fuerte beso, muak!!!

Anónimo dijo...

Hola
El edificio de Blackwood Manor es en realidad Waddesdon Manor.

Saludos