jueves, 18 de agosto de 2011

BLACKWOOD MANOR: Capítulo 6 (4/8)

Queridos amigos mío, sólo un breve anuncio: HE VUELTO. Disculpen mi ausencia. No volverá a ocurrir.

Besos. EILEEN.

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"Como siempre Julián fanfarroneando", pensó Felipe reprobando absolutamente las palabras y la conducta de su amigo. ¿Pero qué más podía esperar de él? Probablemente Julián había nacido siendo un absoluto descriteriado.
Envió una discreta mirada en dirección a Sofía. Sólo había pensado en observarlas a penas unos instantes, pero nuevamente fue incapaz de apartar su mirada de la joven. Ella ejercía una extraña atracción sobre él, lo que le resultaba ciertamente molesto. ¿Cuando Felipe Thograwn, futuro duque de Rathmore, había admirado con tal entusiasmo y fijeza a una dama? Ni siquiera a aquellas señoritas más osada, y de cuerpos voluptuosos, que se paseaban ante su presencia, cual pájaros de múltiples colores, habían logrado atraer su atención. Pero Sofía... Sofía no era una de esas chicas osadas y voluptuosas, cuyas risillas agudas y conversación superflua, aburriría hasta al más amable y paciente de los caballeros. En aquél mismo instante, sentada junto a la dulce y tímida Agnés Beckesey, mantenía su espalda recta y su expresión serena, como si nada en aquél salón fuera capaz de tocarla, ni fuera digna de poseer su atención. Nada...
...ni NADIE.
Temiendo que la joven se percatara del examen al que estaba siendo sometida tan descaradamente, apartó la mirada y se obligó a no volver a fijarla en ella. "No puedo ser tan débil. No puedo cometer el mismo error...", pensó contrariado. Su abuelo había sido un mujeriego, y su padre, había duplicado las hazañas de su antecesor, y con mucho orgullo. "Pero, a pesar de todo, es mi padre y le respeto", pensó Felipe. "Y suplico cada día y cada noche a la Santa Providencia por su vida".
Los Thograwn eran una familia muy respetada en Inglaterra, tanto por su antigüedad, como por sus riquezas y los títulos que poseían. No cualquiera era merecedor de gozar de la amistad de los Thograwn; debían hacer méritos, demostrar su categoría, contar con ciertas influencias en sociedad. Pero la selectividad de su padre y su abuelo acababa cuando aparecía una mujer ante su presencia. ¿Cuántas amantes, con hermosas casas, habían posesionado en toda Norwich? ¿Y cuánto había sufrido su madre conociendo esto? Años y años en que sus amigas y toda las damas de la alta sociedad se habían referido a ella con lástima y, otras, envidiosas de la inmensa fortuna y la vida llena de lujos que llevaba, con burla. "Es rica", solían decir. "Pero no es capaz de mantener a su esposo en su cama". Felipe había sufrido con la muerte de su madre. Gracias a la Santa Providencia, su enfermedad había sido breve e indolora, y tenía la seguridad de que, aunque ella no hubiera deseado separarse de sus hijos, ahora gozaba de una paz que, ni su esposo ni su suegro, habían sido capaces de darle jamás estando en vida.
-          La va a sacar a bailar...- oyó decir a Kenneth.
Felipe alzó la visto. Una extraña sensación de angustia y posesión lo dominó, al ver a Dorian Fenwick acercándose a Sofía. El caballero se inclinó con exquisita suavidad ante la joven, y le solicitó un baile, esbozando aquella sonrisa seductora a la que muy pocas mujeres se habían resistido.
-          ¿Crees que acepte bailar con él, Felipe?- escuchó preguntar a Kenneth.
"¡NO!", respondió de inmediato una voz en su interior. Acto seguido, una profunda sorpresa lo embargó al ser consciente de su reacción inmediata. Pero, ¿qué es lo que estaba haciendo? Él jamás reaccionaba así ante ninguna mujer. Además, dentro de poco se casaría. Su prometida era una mujer tranquila, por la que sentía respeto y estima. Compartían un cariño sereno que se basaba en la confianza, y por el que ninguno de los dos debía temer perder la cordura. Desde que la había conocido la había tratado con cortesía; jamás le había faltaba el respeto, ni había sentido la necesidad imperiosa de examinarla con detención cada instante, ni había deseado ardientemente ir a pedirle un baile antes que otro caballero... En cambio, a Sofía...
Felipe bebió un largo trago de licor, e intentó recuperar el dominio de sí mismo. Temiendo el curso que estaba cogiendo sus propias emociones, se obligó a guardar la compostura y respiró hondamente. ¿Qué es lo que le pasaba? Sofía Beckesey ni siquiera se dignaba a mirarlo, y él estaba reaccionando como un jovenzuelo enamoradizo. "Como mi padre y mi abuelo ante una mujer atractiva", pensó con amargura. "Pero no puedo permitirlo. Juré por mi madre que sería distinto; que respetaría mi esposa, que mantendría intacto el honor de los Thograwn, y pienso cumplirlo".
Aparentando un tranquilidad y una indiferencia que no sentía, observó a Sofía aceptar la mano de Dorian Fenwick y luego caminar hasta el centro de la instancia.
-        De hecho, Kenneth, ya lo ha aceptado- contestó pregunta del joven que estaba a su lado.
Kenneth sonrió.
-        Yo no estaría tan seguro.
-        ¿De qué hablas?- preguntó Felipe, esta vez, extrañado con su respuesta.
-        Que no creo que lo logre- respondió el otro, con la vista fija en un punto del salón-. Miss Agnés no lo aceptará.
Felipe siguió la trayectoria de su mirada. Al lado opuesto del salón, donde momentos antes Sofía había estado sentada, se encontraba Agnés Beckesey. La joven parecía asustada, y observaba aterrorizada a la alta figura de espaldas ancha que estaba inclinada ante ella: Julián Ranford.

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Cuando Adam Wontherlann invitó a salir a Harriet, y ésta última la aceptó, Agnés sintió que toda su seguridad se venía al suelo. Harriet representaba para ella toda la fuerza y determinación de las que tanto carecía; tenerla a su lado la hacía sentir tranquila, como si todo fuera- y debiera- salir bien estando ella presente. Hubiera deseado retenerla a su lado, pero no podía hacerlo. Habría sido una horrible demostración de debilidad y de falta de autodominio, actitud que Harriet le habría reprochado con maternal dureza.

Tras recuperarse de la pérdida de Harriet, Agnés inmediatamente se escudó tras Sofía, que permanecía muy seria y silenciosa a su costado, por lo que, cuando la joven aceptó la invitación de Dorian Fenwick para salir a bailar, la desolación y la angustia atenazaron su delicado espíritu. ¿Qué iba a hacer sola? ¿Y si alguien la invitaba a bailar? ¿O intentaba hablarle? ¿Qué haría, entonces?

Pero, claro, lo peor aún estaba por ocurrir.
Nerviosa, y abanicándose con mayor celeridad de la conveniente, vagó con la mirada de un lugar a otro del salón, sin fijarla en nada ni en nadie en especial. Más que en lo que la rodeaba, su mente seguía con atención el alegre vals que los músicos interpretaban. Era una melodía ciertamente hermosa, pero Agnés no la escuchaba atentamente por su belleza, sino por saber en qué minuto acabaría. Mientras siguiera sonando, cualquier caballero presente en el salón podría sacarla a bailar, y si eso ocurría...

-        ¿Mr. Ranford...?- murmuró al ver la alto y arrogante joven cruzando el salón hacia ella. ¿Julián Ranford? ¿Pero por qué se acercaba? ¿Qué es lo que...?-. Dios mío...- murmuró atragantada.
En cuanto la joven comprendió que Julián Ranford iba a su encuentro para sacarla a bailar, quedó inmovilizada en su puesto. No podía respirar, ni pensar, y aún menos hablar. El bello vals, las personas que la rodeaban, todo dejó de tener importancia, y fue reemplazado por el incesante latir de su corazón. Deseaba huir, pero ni sus piernas, ni ningún músculo de su cuerpo, respondían a sus órdenes.
"No...", gimió interiormente presa del pánico.
¿Qué iba a hacer cuando la invitara a bailar? Sofía le había advertido que ni siquiera se dignara a mirarlo, pero no podía apartar la vista de él. Su intensa mirada se encontraba fijamente localizada sobre ella, y la forzaba a seguir observándolo con igual insistencia. Si al menos Sofía o Harriet hubieran estado a su lado, ellas habrían intercedido a su favor y espantado a ese atrevido de Julián Ranford.
Harriet le había dicho que debía estar tranquila, y no demostrar debilidad. Le dijo que debía controlar su timidez y mantener la cabeza en alto, con orgullo, como una Beckesey, y eso es justamente lo quería...o lo que intentaría hacer, al menos. Nerviosa, y con las manos temblorosas, cerró el abanico y los dejó sobre la falda. Alzó la barbilla y esperó a Julián Ranford en su puesto, con la mayor dignidad posible.
"No debo demostrar debilidad...", pensaba. "No debo demostrar debilidad... Él me invitará a bailar y yo lo rechazaré... le diré que no... que no y... y...".
Julián Ranford finalmente llegó a su lado. Sus ojos verdes de intenso brillo, la observaron con fijeza. Agnés perdió el hilo de sus pensamientos, y aguantó la respiración. El joven, haciendo gala de una caballerosidad inaudita, se inclinó ante ella galantemente. Cuando volvió a mirarla, Agnés estaba roja como la grana y sin palabras.
       -    Miss Beckesey, ¿acepta usted bailar conmigo esta pieza?

10 comentarios:

anne wentworth dijo...

que bueno que ya andes por aqui, creo que todas esperabamos ansiosas tu regreso para seguir el curso de tu historia!!!!.... por cierto te invito a mi rincon, con mi nuevo yo (soy anabl)... un beso y bienvenida

Eli dijo...

¡¡¡¡Al fin!!!! Me moría de ganas por saber como seguía y que iba a hacer Julián, tienes que prometer que no harás esto de nuevo, ha sido cruel...

¿Que hará Agnes? Aceptar supongo, como resistirse a su caballero. Los celos de Felipe han sido interesantes, ya quiero saber todas sus reacciones.

Un saludo muy grande.

Scarlett O'Hara dijo...

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!
Te lo dije en el ultimo capitulo! Que iba a haber problemas, que la pobre Agnes iba a pasar una verguenza tremenda.
Si es que no se puede hacer un baile con tan pocas damas en comparación con el numero de caballeros. ¡Ay madre!
Y por el otro lado esta Felipe Felipito, pobre mio, por más que intenta mantenerse frio como un tempano de hielo, le pone de los nervios que otro saque a bailar a Sofia. Y Sofia por el otro lado, seguro que tambien lo esta pasando fatal al tener que bailar con el Dorian ese, seguro que lo esta haciendo con un nudo en la garganta e intentado guardar la compostura, y todo por la educación.
Besos:)

Eileen dijo...

ANNE WENTWORTH, mil gracias por esta cálida recepción, no sé agradecerselos a todos. Ya me he pasado por tu rinconcito, y me ha encantado. Te sigo con todo mi cariño y buenos deseos.

Besos!! Vuelve cuando quieras a Blackwood Manor!

Eileen dijo...

ELI!!!! Querida Eli!!! Pues ahí lo tienes al muy bribón, hoy día sabremos el resto.

Un millón de cariños!

Eileen dijo...

SCARLETT O'HARA, queridisima mia, Felipe es todo un personaje. Aunque supongo que su pasado influye profundamente en su actuar.

Ya veremos lo que ocurrirá, ¿no? Besos

D. C. López dijo...

Por fin nuevo capítuloooooooo!!!, k ganicas tenía de leer algo más de esta brillante historia!!!. Sobra decir k me ha gustado muuuuucho, ke he kedado fascinada con esta escena, la pobre Agné hecha un flan y Felipe ardiendo en celos, jejeje.

Cuando publikes de nuevo no olvides avisarme, vale?.

Un besazo reina y no vuelvas a desaparecer por tanto tiempoooo!!!!, jejeje.

Feliz comienzo d semana y hasta otra!, muak!!!!

mabycrazy dijo...

holaaa, alfin has aparecido!! y vienes con nuevos capitulos..no sabes las ganas q tenia de leerlos..la historia me tiene fascinada..bsos

Eileen dijo...

MABYCRAZY!!! Hola!! Si, al fin aparezco y espero no volver a ausentarme más.
Espero que disfrutes tu estadía en Blackwood Manor, están ocurriendo muchos acontecimintos inesperados, y de lo más formidables. ¿Y uchos más están por ocurrir!

Mil besos! (estuve buscando tu blog, pero parece que no tienes).

mabycrazy dijo...

no, no tengo blog... no sabria ni por donde comenzar...,pero la historia esta tomando un camino emosionante...pobre Agnes q momento!!...el capitulo genial..como siempre..bsos