domingo, 5 de junio de 2011

BLACKWOOD MANOR: Capítulo 4 (2/3)



Las dos doncellas de Blackwood Manor entraron al comedor, y sirvieron agua caliente a los comensales. Mr. Wontherlann agradeció su servicio, y tras dirigirle ambas una respetuosa reverencia, se excusaron y salieron del salón.
Un tenso silencio se adueñó del ambiente, sólo interrumpido por el sonido del servicio al entrechocar y el de las tazas de porcelana al posarse en los platos. Alguien carraspeó con suavidad, susurró unas cuantas palabras inaudibles, y volvió a enmudecer. La rigidez del ambiente era evidente para todos, pero nadie parecía dispuesto, ni intentó, suavizarlo.
Mr. Wontherlann se limpió los labios con la servilleta de paño que cubría sus piernas, y se aclaró la garganta.   
-      Sé que no es el momento adecuado, ni el modo usual de hacerlo, pero procederé a hacer algunas presentaciones, si me lo permiten- dijo Mr. Wontherlann a las tres jóvenes Beckesey, y señalando la parte más alejada de la mesa, declaró-: Hijos del conde de Rathmore, Felipe y Richard Thograwn, de Norwich.
Richard Thograwn era menor a su hermano, lo que podía apreciarse fácilmente al mirarlos. Nadie hubiera dicho que eran parientes considerando las notorias diferencias físicas que presentaban. Felipe era rubio, y poseía unos deslumbrantes ojos celestes, tan claros que parecían traslúcidos. Iba impecablemente vestido, al estilo clásico, y su gesto era altivo y reservado. Richard, en cambio, tenía el cabello negro y unos profundos ojos oscuros. Su gesto poseía la misma altivez de la de su hermano, pero se agregaba a esto, un profundo sentimiento de abatimiento, que privaba su mirada de todo brillo.
Felipe saludó a las jóvenes con un suave y cortés ademán. Harriet y Sofía le devolvieron el gesto con igual educación, salvo Agnés, cuya mirada estaba clavada en la mesa. Harriet, que estaba a su lado, la miró con preocupación. “Levanta esa mirada, Agnés”, le suplicó mentalmente, pero sin resultado. Discretamente, deslizó una mano por debajo de la mesa, y cogió la temblorosa de la muchacha. La joven alzó la vista, sorprendida, momento que Harriet utilizó para dirigirle una tranquilizadora sonrisa. “Todo está bien”, le decía a través de ella. Agnés asintió agradecida. 
Mr. Wontherlann continuó con las presentaciones.
-         Hijo del duque de Gravenor, Julián Ranford.


-         Es un verdadero honor, señoritas.
Julián, al contrario de los dos hermanos Thograwn, admiró a las tres jóvenes con todo descaro. Sus ojos verdes fulguraban con siniestra satisfacción, como si le divirtiera la incómoda situación en la que se encontraban las tres primas. Sus labios se contrajeron en una burlona sonrisa al observar a Agnés. En cuanto sus miradas se encontraron, la muchacha sonrojó hasta la punta de sus cabellos y desvió la vista. Parecía a punto de querer huir, pero al igual que los pequeños roedores al ver a su depredador, se había quedado paralizada, incapaz de hacer nada por salvar su vida.   
Su desfachatez era insultante, sin lugar a dudas, pero Harriet no se dejó amedrentar. En cuanto Julián la observó, mantuvo su mirada con decisión, aplicándole una dureza que no era habitual en ella. Deseaba demostrarle que su falta de modales no le afectaba, y que además, su conducta era completamente inaguantable. Pero, al contrario de lo que esperaba, los ojos verdes del futuro duque brillaron con reconocimiento, y hasta con cierta simpatía. Su sonrisa irónica se acentuó aún más, demostrándole de esa forma lo poco que le importaba su desaprobación.
“Estoy acostumbrado, dulzura”, parecía estarle diciendo a través de su mirada. “Además, ¿quién podría atreverse a reprochar la conducta del futuro duque de Gravenor? ¿Usted”. Harriet alzó la cabeza con orgullo, sin dejarse intimidar. “No lo dude”, le respondió ella mentalmente. “Y no una, si no todas las veces que sea necesario”.
-       Y por último, mi hijo, Adam Wontherlann.
El joven hombre que estaba a su derecha alzó la mirada, y les dirigió una indiferente inclinación de cabeza a las tres primas, sin brindarles más atención que la decorosamente correspondiente. Sus ojos azules a penas se detuvieron lo suficientes en Agnés y Sofía, fijándola unos segundos más en Harriet. Las miradas de ambos se cruzaron, permaneciendo unidas por un tiempo mucho mayor del que hubiera deseado. Con un gesto de disgusto, Adam Wontherlann, futuro conde Blackwood, apartó la mirada y no volvió a fijarla en ninguna de las tres jóvenes.
-       Ahora, por favor, sírvanse. Ya habrán momentos más adelante para presentaciones más acabadas.
 Las tres jóvenes asintieron en silencio. Harriet bebió una cucharada de té, y cogió una tostada.
-       Miss Harriet, por favor, pruebe la mermelada preparada por Elene- le ofreció Mr. Wontherlann-. Me atrevería a decir que no existe una mejor en toda Inglaterra.


-       No lo dudo, Milord- respondió la joven sonriendo dulcemente-. Miss Atwater es una prodigiosa cocinera como bien pude comprobar durante la cena de ayer noche. 
Harriet aparentaba absoluta y completa tranquilidad, pero su corazón la desmentía. Le latía a una velocidad vertiginosa, y con una fuerza inusualmente excesiva. La joven alzó la vista lentamente hacia el hombre que estaba sentado justo frente a ella, y los examinó con discreción. Adam Wontherlann se servía su desayuno con exquisita elegancia, aparentemente indiferente a la tensión que reinaba en el ambiente y a la presencia de todos los presentes.
Había sido su mirada, y los sentimientos que había visto reflejados en ella, los que provocaron que perdiera su paz interior. ¿Desaprobación? ¿Desconfianza? ¿Culpa? ¿Disgusto? ¿Dolor? No estaba segura, ni tuvo el tiempo suficiente para saberlo. Los ojos del futuro conde de inmediato se cubrieron por un manto de frialdad e indiferencia que le helaron la sangre.


3 comentarios:

Scarlett O'Hara dijo...

La tension se palpa en el aire, pobres primas, y sobre todo, pobre Agnes.
Julian es un perfido, espero que Harriet le de su merecido en el futuro, claro está, sino está demasiado ocupada con Adam.....ujujui, aqui se cuece algo, ya nos iras desvelando.
Besos:9

Eileen dijo...

SCARLETT!! Así es, pobres de ellas, creo que las someto a demasiada tensión a las pobrecillas. Pero los Beckesey son una familia fuerte; esperemos que puedan sortear esto sin problemas, verdad??

Aunque nada es fácil. Los conflictos vendrán...eso es seguro.

Anónimo dijo...

aja!!!!..... con Adam eh!!!... yo pense que se iba a enamorar del conde, pero me parece mejor que sea el hijo.... a bien...muy bien ...
felicidades!!! estoy enganchada a la historia!
saludos
anabel
p.d....
perdon por el anonimo pero solo asi logro subir mis comentarios