domingo, 5 de junio de 2011

BLACKWOOD MANOR: Capítulo 4 (3/3)



Agnés estaba extremadamente nerviosa. Intentaba controlar los temblores de su cuerpo, pero no lograba hacerlo. Con un inseguro movimiento, cogió la cucharilla de plata para revolver su te, pero lo dejó caer torpemente al suelo. Intentó disculparse, pero las palabras se le atragantaron en la garganta, impidiéndole hablar.
-        Descuide, Miss Beckesey- la tranquilizó el conde de Blackwood-. De inmediato Atwater le repondrá el servicio. Sólo tardará unos segundos.
La joven asintió. En pocos instantes, el mayordomo regresó al salón y le entregó una nueva cucharilla.
-        Gracias- murmuró con un hilillo de voz.
Procurando no volver a cometer otro error, intentó tranquilizarse. Inspiró hondamente, pero eso no la ayudó a remitir los temblores de lo que era preso su cuerpo, ni el angustioso palpitar de su corazón.  ¿Estaría él aún mirándole? Aterrada, alzó la mirada muy lentamente. Los ojos verdes de Julián Ranford seguían fijos en ella, con absoluta desfachatez. Nerviosa y avergonzada, clavó la mirada en el líquido de su tasa. Deseaba estar en su cuarto, sola y tranquila; o aún más, estar junto a su madre en Londres, y admirar la ciudad desde la seguridad y comodidad de su habitación.
Pero no, estaba muy lejos de su hogar, entre desconocidos, y absolutamente desprotegida. Estaba sola… y con un individuo que la observaba con escandalosa atención. Cogió la cucharilla que le había traído Atwater instantes antes, y descubrió, avergonzada, que tiritaba tanto o más que ella. La dejó en la mesa, esperando que nadie se hubiera dado cuenta de lo nerviosa que estaba, pero todas las súplicas de Agnés fueron en vano. En el costado contrario de la mesa, Julián Ranford esbozaba una sonrisa mordaz. 
Sofía no estaba en una situación más ventajosa. Se sentía tensa, e incómoda. Como rígidos movimiento, se sirvió las tostadas con mermelada, sin apenas percatarse la suave masa del pan, ni del delicioso saber del dulce preparado por Elene. Se sentía indignada, y le disgustaba que Harriet demostrara tanto autodominio. Pero bueno, ¿qué más podía esperarse de ella? La joven solía desenvolverse frecuentemente en la sociedad, y soportar, sin llegar a escandalizarse,  conductas aún más injuriosas que esas. “Quizás a ella no le importe, pero jamás justificaré conductas tan atrevidas como las de Julián Ranford”, pensó. “Su desfachatez es simplemente intolerable”.
Felipe Thograwn se aclaró suavemente la garganta, y miró a Harriet.
-        Es un agradable placer encontrarla aquí, Miss Becksey- dijo.
Intentando parecer calmada, y evitando a toda costa mirar a Adam Wontherlann, Harriet alzó la mirada y le dirigió una encantadora sonrisa.
-        Para mí también lo es, Mr. Thograwn- contestó ella.
Felipe recordaba perfectamente bien a la vivaz y coqueta joven. En cuanto Harriet había llegado a la casa de los Foxmore, todos los solteros se habían sentido inevitablemente atraídos a ella. Y ¿por qué negarlo? Hasta a él mismo le habían deslumbrado sus encantos, aunque de forma muy distinta del resto de los hombres.
Felipe la encontraba adorable, pero sin llegar a considerarla una posible candidata a esposa. Su prototipo de mujer, y de futura duquesa, debía ser una mujer de pasado intachable, templada y conducta comedida. Harriet, en cambio, salía de todos los estereotipos de la dama actual. A pesar de ello, compartieron una animada conversación sobre los más diversos temas. Fue entonces cuando Felipe comprendió que Harriet Beckesey no era la típica señorita disciplinada y bien instruida. Era una dama, en todo el sentido de la palabra, claro está, tan deseable como cualquier otra, pero también osada, de vivaz carácter e ideas definidas.
Resultaba lamentable que el pasado de los Beckesey le jugara en contra, ya que, de ser otras las circunstancias, seguramente Harriet ya estaría comprometida con alguno de los solteros más importantes de toda Inglaterra.
Los Beckesey eran una familia influyente, pero no siempre bien recibida en los círculos sociales. No contaban con título alguno, pero no era importante. Los errores que habían cometido los Beckesey se hallaban en su pasado, y era la cruz que recaía y recaería por siempre sobre ellos.
Años atrás, el apellidos Beckesey había sido respetado y altamente valorado, pero Walter Beckesey- tío abuelo de Harriet- se encargó de acabar con todo eso de un solo golpe. En vida, no sólo había llevado a la ruina a su familia, sino que también había pisoteado la honra de los beckesey de la peor forma posible: estafó a una de las familias más prestigiosas de Londres, los Kinderley, robándole una enorme cantidad de dinero. Cuando se supo, Walter ya se había fugado al extranjero, dejando a su hermano, Doros,- abuelo de Harriet-, con toda la responsabilidad de sus deudas.
Los Kirnderley no exigieron el pago de lo hurtado por Walter, pero Doros se negó a semejantes acto de caridad. Se trataba de una suma descomunal de libras, que los Beckesey, ni vendiendo todos sus bienes y pertenencias, habrían logrado pagar. Los Kiderley lo sabían, pero Doros prefirió darlo todo y empezar desde cero. Era un hombre emprendedor, y con la ayuda de su esposa, Clarisse, lograron forjar en poco tiempo una modesta fortuna, comprar otra casa y educar a sus hijos.
Actualmente, los Beckesey seguían participando de la vida social, pero no con la misma influencia de los años pasados. Lo que, sin lugar dudas, resultaba lamentable, ya que Harriet y sus bien dotadas primas, eran tan merecedoras de un buen partido como cualquier otra soltera.
“Pero ninguna familia de renombre admitiría semejante unión”, pensó.
-        Espero que vuestra señora abuela esté bien.

-        Un poco enferma de los huesos, me temo, pero nada de importancia- respondió Harriet-. Ahora mismo se encuentra en Londres, pero espero prontamente volver a verla. Me sorprende que se acuerde ella- advirtió la joven.

-          Es una dama grácil y encantadora; jamás podría olvidarla- contestó el futuro duque con igual cortesía.
Tras un desayuno silencioso y sin mayores inconvenientes, las tres primas se disculparon, y tras dar las gracias a Mr. Wontherlann, subieron a sus cuartos.


12 comentarios:

Scarlett O'Hara dijo...

Querida, ese Felipe está poniendo la vista en la prima equibocada, Harriet es demasiada Harriet para él jejejeje. Pobrecita Agnes, yo me sentiría igual que ella con Julian mirando de esa forma.
Sin duda nos has trasmitido de forma perfecta los sentimientos y sensaciones de todos ellos.
Saludos:)

AKASHA BOWMAN. dijo...

Primeramente permíteme felicitarte por la imagem renovada que nos ofreces de Harriet (margen lateral izquierdo) y que me parece absolutamente fabulosa (^_^)

Y ahora vamos al relato.

¡No me extraña que Agnés se muestre tan alterada en público y que se le caigan al suelo hasta las cucharillas de té teniendo- y sintiendo- encima la mirada mordaz e insistente de ese Julian. Menos mal que el conde intenta calmarla restándole importancia al percance, pero ese demonio de ojos verdes que insiste en la terquedad de mirarla de forma impertinente no colabora en su sosiego de espíritu.

Sofía, la moderada y cabal Sofía, se siente igualmente intimidada en tal compañía masculina y la única que parece manejarse con soltura entre tales sociedades es la resuelta Harriet. No podemos censurarla por ello: es una joven que ha salido al mundo antes que sus primas y que está habituada a alternar en sociedad.

¿Sabes? Me han hecho gracia las ideas "estiradas" de Felipe en su pensamiento de que la futura Duquesa deberá de ser una mujer correctísima, sumisa y con una educación impecable. Aaaaaaaay, torres mucho más altas se han caído, querido caballero.

La desgracia que persiguiera a la familia Beckesey no hace más que engrandecerla a mis ojos por su fuerza y su tenacidad, aunque es cierto que en aquel entonces y en aquellas sociedades no se perdonaba ni la más mínima mancha en los blasones familiares.

Un beso y me está encantando la hstoria,ya lo sabes milady.

Anna Princesa dijo...

ohhh con ganas de mas me deja este capi.
cuanto mas me adentro en esta historia mas quiero conocer.
Harriet es una gran mujer, me parece que Felipe se equivoca jeje.

Besos guapa

Eileen dijo...

SCARLETT: Creo que no podrías haberlo dicho mejor, Harriet es muy Harriet para Felipe, sin contar, que no encaja en absoluto a su "ideal" de duquesa, ¿no?

Besos!! Te visito ahora mismo!!

All the love.

Eileen dijo...

AKASHA: ¿Qué le vamos a hacer querida? En ese tiempo, los integrantes de los altos círculos sociales eran muy snob, y tremendamente limitados de miras. Su amor estaba sometido al recato, y absolutamente enmarcado "al qué dirán".

Lo que era horrible, porque no podían permitirse amar a alguien; contraer matrimonio con aquella mujer que realmente deseaban. La única opción era casarse con una mujer, a la que tenían a su lado casi como un adorno floral, como fachada para la sociedad; y a la mujer que amaban, tenerla como amante.

Los Beckesey son una familia, sin lugar a dudas, formidable. No es fácil cumplir con su deber sabiendo que quedarás sin nada, ni dar frente a la sociedad, que como un animal salvaje, ataca a sus propios integrantes sin ninguna consideración.

Gracias por comentar (una suave reverencia)!!

All the love.

Eileen dijo...

ANNA PRINCESA: Lo mismo creo yo, Harriet es una mujer hecha y derecha, tan eficiente como un hombre, y con mucho sentido común. Es una lástima que la sociedad culpe a toda una familia, y la condene al aislamiento, por los errores ajenos y pasados.

Un beso!

Alma Enamorada dijo...

Hola Eileen he leido un poco de tu novela y la encuenro realmente interesante...es una historia que engancha de inmediato te felicito y te doy las gracias por compartir...me voy a dar a la tarea de leer tus post anteriores asi que regreso ok? Feliz dia un abrazo grande aun en la distancia.


PD...gracias por tu visita a mi casita virtual, BIENVENIDA!!

Eileen dijo...

ALMA ENAMORADA!! Hola, bienvenida tu también!! Gracias por visitar y comentar!! Besos!!

TheVillageInRed dijo...

Gracias por pasarte!!!!!
Ya te sigo...madre no voy a tener horas al dia para engancharme a todos vuestros relatos! :)
Aun asi me encanta :) y un placer
Besin!

Citu dijo...

Hola nena como estas ayer me pase por tu lindo blog pero no me dejaba comentar, me fascino tu historia. Mi debilidad son las novelas historicas y es esta genial . Apersar de como se muestra me encanta el personaje de Felipe te mando un beso y te me cuidas, mucho ojala esta vez se publique mi comentario.

Eileen dijo...

THE VILLAGE IN RED: No te preocupes!! Espero que puedas ponerte al día!! En realidad, lo mismo me pasa a mi, pero es inevitable. No puedo evitar leer los relatos de los demás y me doy un tiempito como sea jajajaja ;)

CITU: Gracias por pasarte!! En realidad, a mí también me gusta Felipe, un retrógrada y todo, pero es hombre, y un hombre del siglo XIX...qué más podíamos esperar de él???

All the love.

Wendy dijo...

Hola Eileen, me alegra que te unas al Club, mi correo es wendulina@gmail.com.
Tienes que decirme que modelo prefieres de los cuatro que propongo para que te lo pueda hacer.
Encantada de conocerte.
Besos.